Santo Domingo.- El director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE), el general retirado Juan Manuel Méndez García, anunció este martes que se retira de la institución luego de 17 años ininterrumpidos en el cargo.
Méndez dijo que tomó la decisión para dedicarle más tiempo a su familia.
Entrevistado en el programa Cuentas Claras, el director del COE informó que hará el anuncio formal pasadas las lluvias que estos días mantienen bajo alerta el país.
Se recuerda que el presidente Luis Abinader al asumir el cargo dispuso que el general retirado Juan Manuel Méndez continuara como director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE).
En esa ocasión Méndez, quien ha estado al frente del COE durante 17 años, anunció que no devengaría salario mensual y que solo prefiere los recursos de su pensión como general retirado.
Unas semanas antes fue ascendido de general de brigada a mayor general y puesto en retiro por el entonces presidente Danilo Medina.
El “Hombre de las emergencias” ha estado dos veces al filo de la muerte
El director del Centro de Operaciones de Emergencias, general Juan Manuel Méndez, ha estado dos veces al borde de la muerte.
La primera vez, siendo un adolescente de 14 años, fue librado gracias a tener puesto el casco protector mientras transitaba en una motocicleta.
La segunda ocasión, también derivado de la primera, fue fruto de una hepatitis “C” contraída durante las transfusiones de sangre recibidas en los tratamientos por el accidente inicial en 1980.
Tilda de misterioso aquel suceso.
Narra que ese día no pensaba salir de su casa, pero había una jovencita de la cual estaba enamorado y quería ir a llevarle un perfume en forma de corazón que le había regalado su cuñado para tales fines.
Para no ir solo a la casa de aquella enamorada decidió primero ir a buscar a un amigo, al cual no encontró. Así que regresó a su casa y se encontró con otros dos amigos, quienes le invitaron a dar una vuelta.
Aceptada esa propuesta, él se montó en una pasola y sus otros dos amigos utilizaron la otra.
“La cuestión es que mientras voy conduciendo y conversando con mi amigo, de repente, me dice Italo Ferrano (uno de los amigos): “¡Cibao, párate ahí, ponte el casco que te puedes matar!”, cuenta.
Manifiesta que automáticamente tomó el casco de la parrillita y se lo puso.
A unos 50 metros de una esquina, prosigue Méndez, le dijo a su amigo: “Italo, mira como yo doblo esta esquina, y ahí el carro me batea, caigo de cabeza y el casco se parte en dos.
De ahí empecé mi trajinar de un mes y cuatro días internos en dos hospitales. A mí me salvó la vida el casco”.
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