El acoso escolar ha sido tratado por expertos de la conducta desde diversos ángulos. Al respecto, es sabido que muchas veces los niños callan y no comunican el abuso, por miedo a que la situación empeore.
Pero la situación empeora cuando, aun conociéndose el maltrato, los agresores no son castigados por sus acciones.
Profesionales de la conducta infantil coinciden que deben aplicarse sanciones por tres razones principales:cuidar la salud emocional de los agredidos, corregir la conducta del agresor y evitar que otros niños imiten modelos inadecuados.
La psicóloga Roxana González, considera que debe protegerse la salud emocional de los niños agredidos ya que estos, al ver que quien les ha hecho daño no es castigado, sienten no estar protegidos, amados ni seguros en su entorno.
La ausencia o ligereza en el régimen de consecuencias puede hacer que estos niños estén más tristes y se sientan ansiosos, expone. Y agrega que, a veces, ese niño que no ve consecuencias en sus agresores puede, en el futuro, hacer daño a los demás por tener un malestar por dentro, situación que la experta cataloga de muy peligrosa.
¿Qué pasa con los niños agredidos?
El silencio es común en los niños agredidos. De cuánto el adulto conozca a al niño y sus hábitos dependerá la detección de conductas atípicas que bien podrían ser causadas por abusos.
Baja autoestima, ansiedad, impotencia, tristeza, falta de interés en actividades, inseguridad y bajo desempeño académico son algunas de esas señales. A estas se suma la constante búsqueda de excusas para no asistir a la escuela, dificultad para conciliar el sueño y pesadillas son algunos de los sentimientos que experimenta un niño víctima de abuso verbal, psicológico o físico.
En ocasiones, los adultos creen que son los niños quienes deben resolver los conflictos que tengan con sus iguales y deciden no interceder en la situación. Pero decisiones como esa fomentan que la situación se mantenga o, incluso, empeore.
De ahí que muchos niños, abrumados por el acoso de compañeros toman decisiones erradas. Algunos incluso han llegado a atentar contra sus vidas. Y no es sino hasta que pasa lo peor que los padres y maestros descifran el mensaje que se escondía tras los cambios en la conducta del menor.
¿Qué pasa con los espectadores?
La psicóloga Rafaela Burgos asegura que representa un aprendizaje negativo la ligereza o ausencia de castigos ante los abusos cometidos por otros compañeros.
Burgos ve como necesario que, de aplicarse sanciones, se comunique al grupo de estudiantes qué consecuencia va a experimentar su compañero y a causa de qué se le está imponiendo una medida disciplinaria.
“Los compañeros suelen ser testigos pero no informan el suceso, y ven que el agresor no tiene consecuencia y puede continuar con el acoso, también van moldeando su forma de relacionarse con los demás. Podrían aprender una actitud de “ese no es mi problema” y se podrían convertir en cómplices de otros tipos de abusos en el futuro si no aprenden otra manera de relacionarse y de enfrentar situaciones parecidas.”, explica Nicole Troncoso.
¿Qué hacer con los agresores?
La psicóloga infanto-juvenil Roxanna González ve como positivo que no sean expulsados de la escuela los niños que agreden a otros. Esto al entender que con la expulsión el mensaje que se envía es que “no puedo contigo” y esos niños necesitan ser tratados para poder corregir su conducta.
González, explica que esos menores necesitan ayuda y que muchas veces se comportan de esa manera porque han sido agredidos; sin embargo, dice que esos menores necesitan experimentar consecuencias por sus acciones.
Rafaela Burgos comparte esta idea y agrega que es importante que la escuela sepa cuáles medidas aplicar en cada caso.
En cuanto a los padres, Burgos cree prudente que estos apliquen consecuencias dentro de la casa y no se limiten a aceptar el castigo que la escuela impone.
“Cuando no ponemos consecuencias estamos mandando el mensaje de que puedes hacer lo que quieras y no pasa nada. Y ese niño, que era un agresor en el colegio, lo que se convierte es un futuro delincuente o un futuro agresor en la calle que puede hacer cosas peligrosas”, sentencia González.
Cómo detener el abuso
La empatía que el niño sienta por parte de sus padres y maestros al comunicar que está siendo víctima de algún tipo de acoso es vital.
En este sentido, Rafaela Burgos resalta la importancia de calmar al niño, pero sin minimizarlo. Tampoco responsabilizarlos por lo que pasa o hablar de violencia.
“Cuando un niño habla de eso, es muy importante que el adulto sea comprensivo y que el niño sepa que no es su culpa”, dice Burgos.
Cuando algún niño, niña o adolescente informa sobre un acoso que le esté ocurriendo o haya ocurrido recientemente, es importante que los adultos interfieran, tanto los padres como los profesores, explica Nicole Troncoso.
Lo más importante que se debe hacer es mantener la calma, pues si el niño percibe miedo o ansiedad en el adulto podría asustarse más. “Cuando te informe, dile que le crees y que vas a protegerlo”, aconseja Troncoso.
La psicóloga ve como muy importante que el adulto diga al niño que estuvo bien que decidiera contar la situación. Recomienda también que el adulto escuche con atención al niño, pero sin hacerle muchas preguntas, especialmente cuando se nota que está afectado.
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